La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es una celebración movible de la Iglesia que rinde homenaje al Sagrado Corazón de Nuestro Señor, a través del cual se nos manifestó el amor eterno de Dios por todos.
En 1675, Jesús le reveló a Santa Margarita María Alacoque su deseo de que la Fiesta del Sagrado Corazón se realizara el viernes siguiente a la octava del Corpus Christi. En 1856, esta festividad fue establecida como universal.
San Juan Pablo II, un ferviente devoto del Sagrado Corazón, expresó: «Esta fiesta nos rememora el misterio del amor de Dios hacia la humanidad a lo largo de todas las épocas»
Iglesias dedicadas al Sagrado Corazón de Jesús
Basílica del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial, Francia
De Chabe01 – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=61630117
Las visiones y revelaciones que tuvo Santa Margarita Maria Alacoque tuvieron lugar en una Capilla de la Basílica de Paray-le-Monial en Francia, donde María Alacoque vivía con las Hermanas de la Visitación, y donde sus restos se encuentran hoy en día.
- Para más información de esta Iglesia, visita la página web de Paray-le-Monial.
- Ubicación: 27 Av. Jean-Paul II, 71600 Paray-le-Monial, France.
Basílica del Sagrado Corazón en París, Francia
De Superchilum – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15811025
Esta es una Iglesia muy conocida dedicada al Sagrado Corazón de Jesús en París. Es la número 1 en nuestro artículo de las 11 Imperdible Iglesias en París, donde comentamos más detalles sobre esta magnífica Iglesia.
- Para más información de esta Iglesia, visita la página web de Sacre-Coeur en París.
- Ubicación: 35 Rue du Chevalier de la Barre, 75018 París, Francia
Devoción al Sagrado Corazón
A continuación está la Oración de San Juan Pablo II para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús:
“Señor Jesucristo, redentor del género humano, nos dirigimos a tu sacratísimo corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por todo lo que tú eres y todo lo que tú haces por la pequeña grey y los doce millones de personas que viven en esta archidiócesis de Delhi, que abarca también a los que han sido confiados para la administración de esta nación.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de tu sagrado corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra vida eterna. Reunidos juntos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre, nos consagramos a tu sacratísimo corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad.
Al consagrarnos a ti renovamos nuestro ferviente deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor.
Señor Jesucristo, Rey de amor y Príncipe de la paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu sagrado corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.”
La Historia de la devoción al Sagrado Corazón
Santa Margarita María Alacoque tuvo varias visiones de Jesús, en las que le hablaba y consultaba sobre diferentes asuntos, y cuatro (4) de ellas fueron revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús. La cuarta es considerada la más importante, siendo la aparición en la que Jesús le pide a María Alacoque que se instituyera la fiesta del Corpus Christi.
Primera revelación del Sagrado Corazón
Un día, el 27 de diciembre de 1673, Margarita María estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla.
María Alacoque relata, “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.”
Jesús le dijo, «Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía.»
Margarita cuenta que “luego, me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo:
«He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus mas vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón.»
Tras recibir esta gracia tan inmensa, Margarita se sintió por varios días como si estuviera ardiendo, tan fuera de sí que apenas podía hablar y comer sin hacer un gran esfuerzo. Ni siquiera logró compartir lo sucedido con su superiora, a pesar de su gran deseo de hacerlo. Tampoco lograba dormir, pues la herida, cuyo dolor le era tan placentero, generaba en ella un ardor tan intenso que la consumía por completo.
Desde la primera revelación, Margarita experimentaría todos los primeros viernes de cada mes una recreación de la misteriosa herida en su costado, fenómeno que continuaría hasta su muerte. Estos momentos eran especialmente escogidos por el Señor para revelarle lo que deseaba de ella y para mostrarle los secretos de su misericordioso Corazón.
Entre estas visitas le decía el Señor, «Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios.» En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
Fuente: Corazones.org
Segunda revelación del Sagrado Corazón
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe María Alacoque:
«El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, mas brillante que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior…
…la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.»
«Me hizo ver, » continúa Margarita, «que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Y sigue, “Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción.»
Durante esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a revelar sus intenciones y a hacer promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús representa su ferviente amor por nosotros, un amor que entregó sin reservas. El Señor deseaba que esta imagen fuera expuesta en los hogares o llevada en el pecho como una medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes la veneraran. Sin embargo, Margarita no podía compartir lo que había visto en ese momento, ya que aún no era el tiempo adecuado. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por diversos exámenes y enfrentar mucha oposición. Además, Jesús tenía aún más que revelar.
Fuente: Corazones.org
Tercera revelación del Sagrado Corazón
En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe María Alacoque, «que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón.»
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es mas brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Le dirige las siguientes peticiones:
- Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo
- Jueves a viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía mas difícil de sufrir que la muerte.
- Por acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo; el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo…
«Una vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.
«Eso,» le dice Jesús a Margarita, «fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades.»
Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: «Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte.» Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. El le respondió:
«Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios.»
Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de que forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer.
«Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
«Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo.
«Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes.»
Fuente: Corazones.org
Cuarta y última revelación del Sagrado Corazón
El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio.
Cuenta Margarita: “Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava, y queriendo tributarle amor por Su tan gran amor, me dijo el Señor:
«No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya.» Entonces el Señor le descubrió su Corazón y le dijo «He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor.
“Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute.»
El Padre Colombiere ordenó a Margarita cumplir plenamente la voluntad del Señor y escribir todo lo que Él le había revelado. Margarita obedeció con diligencia, ya que su mayor deseo era ver cumplido el designio divino.
Transcurrieron más de diez años antes de que se instituyera la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de la Visitación. Fueron años difíciles para Margarita. La Madre Superiora, que finalmente creyó en ella, fue transferida a otro monasterio. Antes de irse, ordenó a Margarita relatar a toda la comunidad lo que el Señor le había revelado. Margarita accedió solo por obediencia y comunicó a todas las monjas las revelaciones y los castigos que el Señor advertía.
Cuando las demás, enfurecidas, la reprendieron duramente, Margarita se mantuvo en silencio, soportando con humildad sus palabras. Al día siguiente, muchas monjas, sintiéndose culpables, acudieron a la confesión. Margarita escuchó entonces al Señor decir que la paz había vuelto al monasterio y que su sufrimiento había aplacado Su Divina Justicia.
Contra su voluntad, Margarita fue nombrada maestra de novicias y asistente de la superiora, parte del plan divino para promover la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo, Margarita nunca vio en vida el pleno reconocimiento de esta devoción.
En la tarde del 17 de octubre de 1690, habiendo predicho previamente esta fecha como el día de su muerte, Margarita encomendó su alma al Señor, a quien había amado con todo su corazón. Falleció entre las 7 y las 8 PM, a los 43 años de edad y tras 18 años de vida religiosa.
Solo tres años después de su muerte, el Papa Inocencio XIII inició un movimiento que abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una bula papal otorgando indulgencias a todos los monasterios de la Visitación, lo que resultó en la institución de la fiesta del Sagrado Corazón en la mayoría de los conventos. En 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, y en 1856, el Papa Pío IX extendió la celebración del Sagrado Corazón a toda la Iglesia. Finalmente, en 1920, Margarita María Alacoque fue canonizada por el Papa Benedicto XV.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, profundamente arraigada en la experiencia mística de Santa Margarita María de Alacoque, ha trascendido los siglos para convertirse en una celebración universal en la Iglesia Católica.
A través de sus revelaciones y el arduo camino que recorrió para que esta devoción fuera reconocida, se nos recuerda el profundo amor y misericordia que el Sagrado Corazón de Jesús simboliza.
Hoy, la Fiesta del Sagrado Corazón no solo es una oportunidad para rendir homenaje a este amor divino, sino también para renovar nuestra fe y compromiso con los valores de compasión y sacrificio que el Sagrado Corazón representa.
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