Dar Gracias a Dios en la Misa: Una Acción Esencial

por | Vida espiritual

La Eucaristía, cuyo nombre significa “acción de gracias”, es el medio perfecto para dar gracias a Dios por sus incontables dones. La Santa Misa es un acto en el que los fieles no solo recuerdan la bondad y misericordia de Dios, sino que también responden a esa generosidad con corazones agradecidos. Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “la Eucaristía es acción de gracias y alabanza al Padre” (CIC, 1358).

En este artículo, reflexionaremos sobre cómo damos gracias a Dios en la Misa, explorando las oraciones que expresan esta gratitud y cómo podemos participar más plenamente en este acto de amor.

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¿En qué Oraciones de la Santa Misa damos gracias a Dios?

La estructura de la Santa Misa está impregnada de momentos para dar gracias a Dios. Estas oraciones no solo reflejan nuestra gratitud individual, sino también la acción de toda la Iglesia en respuesta al amor divino.

1. Prefacio

El prefacio de la Plegaria Eucarística es una proclamación de gratitud que eleva toda la asamblea al cielo. En él, el sacerdote invita a los fieles diciendo: “Demos gracias al Señor, nuestro Dios”, a lo que respondemos: “Es justo y necesario”. Este diálogo inicial prepara nuestros corazones para alabar y dar gracias a Dios por su creación, redención y constante providencia.

El prefacio comienza con el diálogo entre el sacerdote (S) y los fieles (F):

(S): «El Señor esté con ustedes.»

(F): «Y con tu espíritu.»

(S): «Levantemos el corazón.»

(F): «Lo tenemos levantado hacia el Señor.»

(S): «Demos gracias al Señor, nuestro Dios.»

(F): «Es justo y necesario.»

A partir de ahí, el sacerdote proclama una oración que varía según el tiempo litúrgico o la solemnidad, destacando las razones por las que damos gracias a Dios, como su obra creadora, la redención en Cristo o la acción del Espíritu Santo.

2. Plegaria Eucarística

La Plegaria Eucarística, centro de la liturgia, es en sí misma una acción de gracias a Dios. Durante este momento solemne, la Iglesia expresa su gratitud a Dios recordando el sacrificio de Cristo y reconociendo los frutos de su redención. Esta oración nos invita a unir nuestras voces y corazones para dar gracias a Dios Padre por el don de su Hijo y por la salvación que él nos ofrece.

La Plegaria Eucarística incluye:

  • La Epíclesis, donde se invoca al Espíritu Santo para que consagre el pan y el vino.
  • La Anámnesis, donde se recuerda el sacrificio de Cristo y su resurrección.
  • Las intercesiones, donde se ora por la Iglesia, los fieles difuntos y toda la humanidad.

Ejemplo:

«Te ofrecemos este sacrificio vivo y santo, en acción de gracias y en alabanza a tu Nombre.”

3. Te Damos Gracias

Tras recibir la Comunión, se invita a la asamblea a la oración en silencio o a participar en un canto de acción de gracias a Dios. Este es un momento de intimidad con Cristo, donde nuestra gratitud por su presencia real en la Eucaristía se convierte en una respuesta personal de amor.

Oración de Acción de Gracias de Santo Tomás de Aquino para después de comulgar:

Gracias te doy Señor Padre Omnipotente, eterno Dios,

que a mí pecador, indigno siervo tuyo,

sin mérito alguno y sólo por tu misericordia te has dignado

alimentarme con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

nuestro Señor Jesucristo.

Te suplico que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma

ocasión de castigo, sino intercesión

saludable de perdón.

Que esta Sagrada Comunión sea para mí

armadura de fe, escudo de buena voluntad,

muerte de mis vicios, destierro de todos mis carnales apetitos

y aumento de caridad, de paciencia y

de todas las virtudes.

Sea digna defensa contra todos los enemigos de mi alma.

Que sea perfecto remedio para mí espíritu;
perpetua amistad contigo;

verdadero Dios y Señor mío; y sello de mi muerte.

Dichoso, ruégote tengas por bien

llevar a este pecador a aquel convite inefable

donde Tú, con tu Hijo y el espíritu Santo,

eres para todos los santos, Luz verdadera,

satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada

y felicidad perfecta.

Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Amén.

Cómo podemos vivir mejor la Santa Misa para dar gracias a Dios:

Para expresar un agradecimiento sincero a Dios, es fundamental participar activamente y con corazones abiertos. Aquí algunos consejos para vivir este aspecto de la Santa Misa más plenamente:

1. Ofrecerle a Dios Nuestro Tiempo

Puede sucederte que te parezca que hay otros asuntos urgentes o otras actividades importantes (o MUY importantes) a la misma hora que la Misa. Ahi tienes la primera oportunidad para ser generoso, poner a Dios en primer lugar, y confiar en su omnipotencia.

Seguramente has experimentado que si postergas las demás cosas para poder participar de la Santa Misa, ocurren milagros de todo tipo que terminan haciendo que el tiempo te rinda más, o suceden logros que jamás podrías haber logrado tu mismo en ese tiempo.  Si no te han sucedido aún, prioriza varias veces ir a Misa y pronto lo experimentarás!

El Señor no se deja ganar en generosidad! Bríndale tu tiempo y tu corazón, que es lo único que le interesa. El resto ya lo tiene, no necesita nada más.

2. Reconocer los dones de Dios

¿Te has detenido alguna vez antes de la Misa a pensar en todas las bendiciones que Dios te ha regalado?

Podrías tomar un momento para reflexionar sobre esas cosas por las que te sientes agradecido: tu familia, amigos, salud, trabajo o incluso esos detalles que parecen pequeños pero que llenan tu vida de sentido.

Quizá te inspire hacer una lista mental o escrita de estas gracias y recordarlas durante la oración personal o la Comunión. Reconocer conscientemente lo que hemos recibido nos abre a una gratitud más profunda y sincera. También puede ser un buen momento para repasar las dificultades superadas con la ayuda de Dios, reconociendo su presencia constante y su providencia.

Si llegas 5 minutos antes de que comience la Santa Misa y los dedicas a arrodillarte y decirle a Dios que vienes a Misa dejando otras cosas importantes porque quieres darle Gloria, darle Gracias, pedirle Perdón y pedirle Ayuda, tu mente tendrá tiempo para entrar en sintonía y aprovecharás la Santa Misa mucho más!

3. Preparación Espiritual

¿Has pensado en cómo preparar tu espíritu para vivir la Misa más plenamente?

Puedes empezar con un examen de conciencia que te ayude a identificar las áreas en las que necesitas la gracia de Dios. Si tienes la oportunidad, acércate al sacramento de la reconciliación, ya que te permitirá participar en la Misa con el corazón limpio y dispuesto. Antes de salir de casa, podrías dedicar unos minutos a pedir al Espíritu Santo que te guíe y a leer las lecturas del día, permitiendo que su mensaje resuene en ti antes de escucharlo en la liturgia.

Este tiempo de preparación es una invitación a acercarte al altar con un corazón lleno de expectación y apertura.

4. Preparación Activa

La Misa es una oportunidad única para involucrarte de manera activa y plena. Quizá podrías intentar responder con más intención a las aclamaciones, unirte al canto sin preocuparte por cómo suenas o prestar especial atención a las lecturas, buscando qué mensaje puede estar Dios dirigiendo a tu vida.

Durante el ofertorio, podrías ofrecer mentalmente tus alegrías, preocupaciones y necesidades, uniéndolas al sacrificio de Cristo.

También, ¿qué tal prestar atención a los gestos litúrgicos, como inclinarte, arrodillarte o juntar las manos en oración? Estos actos externos no solo son expresiones de respeto, sino que ayudan a enfocar tu corazón y mente en el misterio que se celebra.

5. Cultivar un Corazón Agradecido

¿Y si hicieras de la gratitud un hábito diario?

Podrías buscar cada día algo por lo que dar gracias, incluso en medio de desafíos. Una breve oración al empezar o terminar el día, como «Gracias, Señor, por todo lo que me has dado hoy», puede transformar tu perspectiva. También puedes probar escribir en un diario de gratitud, registrando pequeños momentos en los que has sentido la presencia de Dios.

Con el tiempo, esta práctica puede ayudarte a encontrar razones para agradecer incluso en las circunstancias más ordinarias, llenando tu vida de una alegría renovada que llevarás contigo a cada Misa.

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La acción de dar gracias a Dios es esencial en cada Eucaristía. En cada Misa, tenemos la oportunidad de expresar nuestra gratitud a Dios no solo con palabras, sino también con una entrega sincera de nuestro corazón. Como enseña el Catecismo, “la Eucaristía es una acción de gracias a Dios por toda su obra: la creación, la redención y la santificación” (CIC, 1360).

Que cada participación en la Misa sea una ocasión para renovar nuestro agradecimiento, reconociendo que todo lo bueno viene de Dios. Al vivir con corazones agradecidos, no solo honramos al Señor, sino que también permitimos que su amor transforme nuestras vidas y las de quienes nos rodean.