¿Deseas recibir a Jesús Sacramentado, pero no puedes hacerlo? ¿Sabías que existe una forma de recibirlo espiritualmente? En este post te contaremos sobre qué es la Comunión Espiritual y cómo puedes hacerla para que dé abundantes frutos en tu alma.
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¿Qué es la Comunión Espiritual?
La comunión sacramental consiste en recibir el Cuerpo de Cristo bajo las especies eucarísticas en la Santa Misa o fuera de ella. Es el momento más íntimo de unión con Jesús, que viene a habitar en nuestras almas y se hace uno con nosotros.
Pero además de esta forma, existe otra manera de unirse a Jesús: la comunión espiritual. San Alfonso María de Ligorio la define así:
Consiste en el deseo de recibir a Jesús Sacramentado y en darle un amoroso abrazo, como si ya lo hubiéramos recibido.
Esta práctica es un manantial de gracias. Muchas almas alcanzaron la santidad a través de ella. La Comunión Espiritual puede dar tanto o hasta mayor fruto que la misma Comunión Eucarística, dependiendo del fervor con que uno se empeñe en hacerla y de la generosidad de Dios. La comunión espiritual es una forma excelente de oración que está siempre a nuestro alcance.
¿Cuándo hacerla?
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Durante la Santa Misa, cuando no podemos comulgar sacramentalmente.
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También podemos hacerla antes para preparar el corazón para la Comunión Sacramental.
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En visitas al Santísimo, sobre todo en momentos de aridez.
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En casa, en el trabajo o en cualquier lugar, en medio de nuestras ocupaciones.
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Varias veces al día, incluso al despertar o antes de dormir.
A diferencia de la comunión sacramental (que puede hacerse hasta dos veces por día), la Comunión Espiritual no tiene límites: puede repetirse tantas veces como el alma lo desee y necesite.
¿Cómo hacer la Comunión Espiritual?
No se trata de una fórmula rígida, sino de un acto interior de fe, amor y deseo hacia Jesús en la Eucaristía. Para realizarla bien, se recomienda:
1. Acto de fe: “Creo, Señor, que estás presente en la Eucaristía”.
2. Acto de amor: “Te amo sobre todas las cosas”.
3. Acto de deseo: “Deseo recibirte en mi alma”.
4. Súplica final: “Ven a mi corazón, permanece en mí y no permitas que jamás me separe de Ti”.
A continuación te dejamos algunas oraciones que pueden ayudarte a hacer una Comunión Espiritual.
Oración de San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,
ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás
Me aparte de Ti.Amén.
Oración del Cardenal Rafael Merry del Val
A tu pies, ¡oh mi Jesús!,
me postro y te ofrezco
el arrepentimiento de mi corazón contrito,
que se hunde en la nada ante tu santísima presencia.
Yo te adoro en el Sacramento de tu amor,
la inefable Eucaristía,
y deseo recibirte en la pobre morada
que te ofrece el alma mía.
Esperando la felicidad de la comunión sacramental,
yo quiero poseerte en espíritu.
Vena mí, puesto que yo voy a Vos,
¡oh Jesús mío!,
y que tu amor inflame todo mi ser
en la vida y en la muerte.
Creo en Vos y espero en Vos.
Así sea.
Oración de la Penitenciaría Apostólica
O Jesús, me dirijo hacia Vos en el Sagrario donde vivís oculto por amor mío. Yo te amo, oh Dios mío, pero ahora no te puedo recibir sacramentalmente en la Santa Comunión. Sin embargo, ven a mi corazón, y visítame con tu gracia. Ven espiritualmente a mi corazón y purifícame. Santifícame y haz que mi corazón sea semejante al Tuyo. Amén.
Señor, yo no soy digno de que vengas a mi morada, pero di una sola palabra, y mi alma quedará sana.
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Frutos de la comunión espiritual
Los santos llaman a la Comunión Espiritual un “termómetro de la fe y del amor a la Eucaristía”, porque reaviva el fervor y prepara mejor para la comunión sacramental. Sus frutos principales son:
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Reaviva el amor de Dios: es como “un soplo sobre el fuego cubierto de cenizas” (Santo Cura de Ars).
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Da paz y alegría al alma, disipando la tristeza y la tibieza.
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Fortalece el recogimiento interior y la unión constante con Jesús.
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Desapega del mundo y del pecado, purificando el corazón.
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Aumenta la familiaridad con Cristo, haciéndolo presente en lo cotidiano.
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Perdona pecados veniales y dispone para recibir mayores gracias.
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Se puede ofrecer por otros, vivos o difuntos, como sufragio y reparación.
El Testimonio de los santos
Jesús ha revelado a los santos cuánto le agrada que lo deseemos y recibamos espiritualmente. Le dijo a Santa Matilde:
Cada vez que tú me deseas, tú me atraes dentro de ti.
Tu deseo de recibirme ha tocado tan dulcemente mi corazón, que si yo no hubiera instituido ya este Sacramento, lo hubiera hecho en este momento.
El Cura de Ars ha enseñado:
El efecto de una comunión espiritual en el alma es semejante a un soplo sobre las brasas calientes y cubiertas, que ya mero se apagaban. Al sentir que el amor a Dios se va enfriando en el alma, apresuradamente se ha de hacer una comunión espiritual.
Los santos se han caracterizado por un ardiente deseo de Jesús y, por ello, las Comuniones Espirituales los consolaban y fortalecían cuando no podían comulgar sacramentalmente. A su vez, aumentaban su sed de la Eucaristía y su anhelo de unión perpetua con el Señor. Este fervor los ayudaba a crecer en amor a Dios y en santidad de vida.
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Una práctica para todos los días
La comunión espiritual no sustituye la comunión sacramental, pero la prepara y la prolonga. Es una oración sencilla y siempre accesible, que nos permite vivir en constante unión con Jesús.
Abramos la puerta del corazón a Jesús. Él tiene sed de nuestras almas, de estar con nosotros, de enriquecernos con sus gracias. Como dice el Apocalipsis:
Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo (Ap 3, 20).
Pidamos siempre al Señor que se quede con nosotros, como hacía el Padre Pío:
Has venido a visitarme,
como Padre y como Amigo.
Jesús, no me dejes solo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Por el mundo envuelto en sombras
voy errante peregrino.
Dame tu luz y tu gracia.
¡Quédate, Señor, conmigo!En este precioso instante
abrazado estoy contigo.
Que esta unión nunca me falte.
¡Quédate, Señor, conmigo!Acompáñame en la vida.
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!Declinando está la tarde.
Voy corriendo como un río
al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, conmigo!En la pena y en el gozo
sé mi aliento mientras vivo,
hasta que muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, conmigo!
¿Qué es la comunión espiritual?
¿En qué se diferencia la comunión espiritual de la sacramental?
La comunión sacramental se recibe físicamente en la Misa bajo las especies del pan y del vino. La comunión espiritual, en cambio, se hace interiormente, con un acto de deseo y amor.
¿Cuántas veces se puede hacer la comunión espiritual?
Se puede hacer en cualquier momento del día y tantas veces como se desee, sin límites. Incluso puede repetirse varias veces durante la Santa Misa, en el trabajo o en casa.
¿Qué frutos trae la comunión espiritual?
Reaviva el fervor de la fe, aumenta el amor a Jesús, da paz y alegría al alma, purifica de los pecados veniales, fortalece la unión con Cristo y prepara mejor para la comunión sacramental.
¿Cuál es la oración más recomendada para hacerla?
Puedes formular tu propia oración de Comunión Espiritual. Pero, si no sabes cómo hacerlo, puedes rezar las oraciones de San Alfonso María de Ligorio, del Cardenal Mery del Val y de la Penitenciaría Apostólica.