¿Conoces las partes de la Misa y su significado? Profundiza en la estructura del rito católico y vive la celebración eucarística con mayor devoción.
La santa Misa es el Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre nuestros altares bajo las especies de pan y de vino en memoria del sacrificio de la Cruz de manera incruenta. Es decir, en cada Misa, Jesús ofrece su mismo Cuerpo que entregó en la cruz y su misma Sangre que derramó en el Calvario. Así renueva su sacrificio de la Cruz para la salvación de todos los hombres. La Santa Misa es el mismo sacrificio del Calvario.
Desde los comienzos del cristianismo, la celebración de la Santa Misa ha permanecido invariable hasta nuestros días. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:
- Liturgia de la Palabra: con las lecturas, la homilía y la oración universal.
- Liturgia de la Eucaristía: con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consagratoria y la Comunión.
Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía constituyen juntas «un solo acto de culto» (DV. 21). Ambos momentos recuerdan el banquete pascual de Jesús resucitado cuando se les apareció a los Discípulos de Emaús:
Y empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que se decía sobre Él en las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. (Lc 24, 27-31)
Esperamos que este artículo te ayude a meditar sobre cada parte de la Misa y a vivir la Celebración Eucarística con mayor fervor, porque como enseña Mons. Tihámer Toth:
Como sea tu Misa, así será tu fe.
Como sea tu fe, así será tu moral.
Como sea tu moral, así será tu vida.
Y como haya sido tu vida, así será tu eternidad.
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Las 4 partes de la Misa son:
1. Ritos Iniciales

Los ritos iniciales preparan a la comunidad para la celebración eucarística. Incluyen:
1. Procesión de entrada:
El sacerdote, en algunos casos, precedido de la cruz, los acólitos con cirios encendidos y el diácono que lleva el Evangelio, ingresa por la entrada del templo y se dirige hacia el altar. Esta marcha representa la Encarnación del Señor, por la cual, entró al mundo para ofrecerse por la salvación de los hombres.
2. Subida y beso al altar:
Terminada la procesión, el sacerdote se inclina ante el altar o se arrodilla si el sagrario se encuentra en el centro de la iglesia. A continuación, sube al altar, que suele encontrarse en alto y lo besa porque el altar representa a Cristo. En algunos casos, bajo el altar se encuentran reliquias de mártires, por lo que el beso del altar también es un acto de veneración hacia aquellos que derramaron su sangre por el Cordero.
3. Incensación:
En las celebraciones solemnes, el celebrante inciensa el altar. El incienso simboliza el buen aroma de Cristo, que se propaga desde el altar hacia todos los fieles. Debe recordarnos que nosotros también debemos ser el buen aroma de Cristo y que debemos expandir en todo lugar el conocimiento y el amor de Dios.
4. Señal de la cruz y saludo inicial:
La Santa Misa comienza con la invocación a la Santísima Trinidad porque se renueva la memoria del sacrificio de Cristo en honor del Dios Uno y Trino. El sacerdote quiere realizar el sacrificio en el nombre de Dios Padre, que ha enviado a su Hijo para salvarnos; de Dios Hijo, que se ha entregado a la muerte por nosotros; y del Espíritu Santo, cuyo amor eterno ha sido el fuego que ha consumido el Corazón de Jesucristo.
Luego, el sacerdote que preside la Eucaristía saluda a los fieles y los encomienda a la Santísima Trinidad.
5. Rito penitencial:
Durante la Santa Misa nos encontramos realmente en presencia de la Majestad Divina. Por ello, frente a la santidad de Dios, el hombre debe tomar consciencia del abismo que existe entre él y Dios, entre el pecador y el Santo de los Santos. Reconociendo sus pecados, suplica, confiado en su infinita misericordia, su perdón. Este momento nos llena de profunda reverencia al Señor y nos adentra la sacralidad del sacrificio que pronto se ofrecerá.
6. Canto del Gloria:
Concluido el rito penitencia, se canta el Gloria como un himno de alabanza y de victoria sobre el pecado. Este canto se omite durante la Cuaresma y el Adviento, en señal de penitencia.
7. Oración Colecta:
Extendiendo y juntando sus manos, el celebrante dice «oremos». Con este sencillo verbo, el sacerdote exhorta a la oración. En un breve momento de silencio podemos encomendar a Dios nuestras intenciones particulares. Luego, el sacerdote realiza una oración solemne, conclusiva, en la que recoge todas las oraciones privadas.
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2. Liturgia de la Palabra

Así como Jesucristo pasó tres años de su vida predicando antes de su Pasión, del mismo modo, la Iglesia, antes de la renovación del sacrificio de la cruz, nos invita a prepararnos oyendo la Palabra de Dios. Justamente cuando se lee en la Santa Misa la Sagrada Escritura es el mismo Cristo quien habla. Podemos escuchar su predicación tal como lo hicieron hombres y mujeres en Palestina 2000 años atrás.
La segunda parte de la Misa es la Liturgia de la Palabra. Su objetivo es transformar el corazón para recibir y conservar el Don precioso de la Eucaristía, alimentándonos, en primer lugar, de su Palabra. Incluye:
1. Primera Lectura:
La Primera Lectura suele ser un texto del Antiguo Testamento. Así como la predicación del Evangelio fue precedida por el anuncio de los profetas, del mismo modo se deben leer primero los textos que prepararon la venida del Mesías.
2. Salmo:
Es un canto de meditación que se entona de modo responsorial. Es decir, el pueblo repite un estribillo al finalizar el canto de las estrofas.
3. Segunda Lectura:
Se lee un texto del Nuevo Testamento, generalmente alguna epístola o carta de San Pablo o de los apóstoles.
4. Canto del Aleluya:
El Aleluya es un canto hebreo que prepara inmediatamente la proclamación del Evangelio. Se traduce como «alaben a Yahvé».
5. Evangelio:
La lectura del Evangelio tiene un lugar honorífico en el orden jerárquico de la Liturgia de la Palabra porque se encuentra más cercano al sacrificio. Solo puede ser leído por el diácono o el sacerdote. Los fieles deben escucharlo de pie para expresar reverencia hacia Jesucristo y recibir su mensaje con atención.
6. Homilía:
En la homilía, el sacerdote explica el mensaje del Evangelio, tratando de mostrar qué nos puede decir hoy. También predica la doctrina que se deriva del texto proclamado y expone normas de la vida cristiana para vivir en plenitud el llamado de Cristo.
7. Credo:
Terminada la homilía y de pie, recitamos el credo, que es la profesión de nuestra fe. Consiste en una respuesta fervorosa de los fieles a la Palabra de Dios. Creemos en todo aquello que hemos escuchado.
8. Oración de los fieles:
En la oración de los fieles, rogamos por el Papa, los obispos, los gobernantes y por las distintas necesidades de la comunidad cristiana.
3. Liturgia de la Eucaristía

De todas las partes de la Misa, sin dudas, la Liturgia de la Eucaristía es la más importante porque se renueva y perpetúa el sacrificio de Cristo en la cruz.
1. Ofertorio y limosna:
La Liturgia de la Eucaristía comienza con el Ofertorio. Así como Jesucristo instituyó la Sagrada Eucaristía sirviéndose del pan y del vino, del mismo modo, como la Santa Misa reitera las acciones de la Última Cena, el pan y el vino son presentados y ofrecidos al inicio de la celebración del misterio.
En este momento, los fieles ofrecen a Dios todos los bienes espirituales y materiales que han recibido de su bondad. Mientras el sacerdote dispone todo para el sacrificio, los fieles depositan su limosna para el sustento personal del celebrante y para contribuir económicamente con las obras de la Iglesia.
2. Plegaria Eucarística:
Con la Plegaria Eucarística, que es una oración de acción de gracias y consagración, llegamos a la cumbre de la Santa Misa.
Está compuesta por diversas oraciones. En primer lugar, el prefacio en el que se agradece a la Santísima Trinidad por la creación del mundo, la redención de la humanidad y la santificación.
Luego toda la asamblea se une a toda la Iglesia Celestial, con los ángeles y santos, cantando el Santo.
A continuación, en la epíclesis, se invoca al Espíritu Santo para que convierta, por su poder, el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Después, se narra la institución de la Eucaristía y el sacerdote, en la persona de Cristo, consagra el pan y el vino. En ese momento ocurre el milagro más impresionante de todos: la transubstanciación. El pan y el vino se transforman verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, conservando las apariencias exteriores. Jesús se hace presente en la Eucaristía verdadera, real y substancialmente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
En seguida, durante la anámnesis, la Iglesia realiza el memorial de la pasión, resurrección y del retorno glorioso del Señor.
El sacerdote, en la oblación, presenta al Padre Eterno la ofrenda de su Hijo para reconciliar a la humanidad pecadora con Él. Aquí los fieles pueden ofrecer su vida y dolores en unión con Cristo para la redención del mundo.
Luego, en las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del Cielo y de la Tierra, de los vivos y difuntos. También, en comunión con los pastores de la Iglesia: el Papa, los obispos de la diócesis, los sacerdotes, diáconos y todos los obispos del mundo.
La Plegaria Eucarística concluye con la Doxología Final en la que se glorifica a Dios. El pueblo responde «Amén».
3. Padre Nuestro:
El Padre Nuestro en la Liturgia de la Eucaristía es una oración preparatoria para la Comunión. En sus peticiones resume y sintetiza la plegaria eucarística. El sacerdote prolonga la última petición («líbranos de todo mal»). Justamente teniendo verdadera paz interior, podremos conservarnos libres de pecados y protegidos en toda perturbación. Esto dispone el alma para recibir con mayor provecho el pan del cielo «mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo».
4. Rito de la paz:
El saludo de la paz recuerda la enseñanza del Señor en el Evangelio sobre la debida disposición con que el hombre debía acercarse a llevar sus ofrendas al altar:
Si, pues estás presentando tu ofrenda sobre el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mt 5, 23-24)
El saludo de la paz afirma los sentimientos fraternales.
5. Fracción del pan:
Con la fracción del pan se imita el gesto del Señor, que, en la Última Cena, luego de tomar el pan, lo partió antes de darlo a sus discípulos. Recuerda que el Señor multiplica su presencia en cada hostia consagrada.
6. Inmixión:
El sacerdote deja caer una partícula de pan consagrado en el cáliz que contiene la Sangre de Cristo. Simboliza la muerte de Cristo, quebrantado en la cruz por nuestros pecados.
7. Canto del Cordero de Dios:
Mientras el celebrante realiza los ritos de la fracción del pan y la inmixión, los fieles cantan el Cordero de Dios. Esta oración recuerda las palabras de San Juan Bautista al presentar a Jesús:
He aquí el Cordero de Dios, el que carga sobre sí los pecados del mundo. (Jn. 1, 29).
La figura del cordero representa a la víctima del sacrificio. Jesús se ha ofrecido para quitar los pecados del mundo.
8. Comunión:
El sacerdote eleva la Eucaristía y la muestra a los fieles. Luego comulga. A continuación, distribuye la Sagrada Comunión entre los fieles que caminan en procesión al altar. Después de recibir la santa Comunión es aconsejable permanecer en silencio dando gracias a Dios por semejante don.
9. Oración de Poscomunión
Después de guardar las hostias consagradas que han sobrado en el sagrario y de purificar los elementos del sacrificio, el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio celebrado.
4. Ritos Finales

La Santa Misa concluye del siguiente modo:
1. Bendición final y envío:
El sacerdote imparte la bendición final y despide a los fieles, exhortándolos a vivir los frutos de la Santa Misa en el día a día.
2. Canto a la Santísima Virgen y procesión de salida:
Mientras el sacerdote, junto con los acólitos y el diácono salen de la iglesia, se canta en honor a nuestra Señora, suplicando su auxilio y protección maternal.
Para reflexionar sobre las partes de la Misa:
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¿Qué es la Santa Misa y cuál es su significado?
La Santa Misa es la renovación del mismo sacrificio de Cristo en la cruz de manera incruenta.
¿Cuáles son las partes de la Misa?
La Misa se divide en cuatro partes principales:
- Ritos iniciales: Incluyen el saludo, el acto penitencial y la oración colecta.
- Liturgia de la Palabra: Se proclaman las lecturas bíblicas, el Evangelio y la homilía.
- Liturgia Eucarística: Se realiza la consagración del pan y el vino, convirtiéndolos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
- Ritos finales: Se imparten la bendición y el envío de los fieles.
¿Por qué es importante asistir a Misa los domingos?
Asistir a Misa los domingos es un mandato divino y eclesiástico, ya que el domingo es el Día del Señor, en memoria de la Resurrección de Cristo. La Iglesia enseña que es un deber grave participar en la Misa dominical para alimentar nuestra vida espiritual y fortalecer nuestra relación con Dios.
¿Qué sucede durante la Consagración?
Durante la Consagración, por las palabras del sacerdote y el poder del Espíritu Santo, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este milagro, conocido como transubstanciación, hace que Jesús esté realmente presente en la Eucaristía, aunque las apariencias del pan y del vino permanezcan.
¿Cómo prepararse espiritualmente para la Santa Misa?
Para participar dignamente en la Misa, se recomienda:
- Estar en estado de gracia (confesarse si es necesario).
- Llegar con tiempo para orar y recogerse.
- Seguir con atención cada parte de la celebración.
- Comulgar con reverencia y gratitud.
- Permanecer en acción de gracias después de la Comunión.