Datos curiosos de Santa Ana y San Joaquin

por | Vidas santas

San Joaquín y Santa Ana son, según la tradición cristiana, los padres de la Santísima Virgen María y, por lo tanto, los abuelos de Jesucristo. La Iglesia Católica los honra como los responsables de educar a María en la fe, inculcándole un profundo amor por Dios y preparándola para su misión como Madre del Salvador.

Cada 26 de julio se celebra su festividad en el rito romano, fecha que fue establecida tras las reformas del Concilio Vaticano II para conmemorar a ambos santos juntos. En la Iglesia Ortodoxa, en cambio, son recordados el 9 de septiembre, al día siguiente de la Natividad de la Santísima Virgen.

La devoción a Santa Ana es notablemente más antigua y extendida, con raíces que se remontan al menos al siglo IV en Oriente. En cambio, la devoción a San Joaquín, si bien fue muy importante entre los cristianos griegos, es más moderna en Occidente. Fue introducida recién en el siglo XV.

La unificación de sus fiestas en el calendario romano moderno refleja una comprensión integral de su rol como matrimonio en la historia de la salvación.

San Joaquín y Santa Ana son reconocidos como patronos de los abuelos, pero también son invocados por padres de familia, matrimonios, mujeres embarazadas. Además, son protectores de diversos oficios, como carpinteros, mineros y encajeros.

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1. Historia de Santa Ana y San Joaquín

Un matrimonio santo

Ana contrajo matrimonio con Joaquín siguiendo un aviso profético. Durante muchos años había suplicado al Señor la gracia de un esposo justo.  Ella pertenecía a una familia adinerada. Ambos eran piadosos y muy generosos, especialmente con los pobres.

La tradición cuenta que el matrimonio realizaba ofrendas dobles en el templo: una para el pueblo y otra para la expiación de sus propias faltas. Además, dividían sus bienes en tres partes: una destinada a huérfanos, viudas y pobres; otra para los sacerdotes que servían a Dios; y la tercera para el sustento de su hogar.

La prueba de la esterilidad

A pesar de su santidad de vida, la pareja sufría la aflicción de la esterilidad, una condición que en aquella época era interpretada como un castigo divino y que les causaba un profundo dolor.

En un día de fiesta, Joaquín se presentó en el Templo para ofrecer sus sacrificios, pero fue rechazado. Según el Protoevangelio de Santiago, un sacerdote llamado Rubén lo increpó, argumentando que los hombres sin descendencia eran indignos de ser admitidos en la asamblea de los justos. Esta humillación pública llenó a Joaquín de vergüenza y tristeza.

La oración en el desierto

Afligido, Joaquín no regresó a su casa. En lugar de ello, se retiró al desierto, donde ayunó y oró durante cuarenta días y cuarenta noches, implorando a Dios que le concediera descendencia.

Mientras tanto, Ana permanecía en casa, deshecha en lágrimas, lamentando su doble dolor: la ausencia de su esposo y su esterilidad. Fue entonces cuando un ángel se le apareció y le anunció que el Señor había escuchado su súplica: concebiría y daría a luz a una niña cuyo fruto sería bendecido por todo el mundo. Ana, en acción de gracias, prometió dedicar a esa hija al servicio del Señor.

Al mismo tiempo, el mismo ángel se apareció a Joaquín en el desierto, confirmándole que Dios había aceptado su oración y que Ana concebiría una hija destinada a cumplir un papel crucial en el plan de salvación.

El encuentro en la Puerta Dorada

Tras recibir el anuncio angélico, Joaquín regresó a Jerusalén. El Protoevangelio de Santiago y el Pseudo-Mateo narran el emotivo encuentro de Joaquín y Ana en la Puerta Dorada de Jerusalén. Allí, se abrazaron con ternura, gesto que simbolizó el fin de su aflicción y el inicio del cumplimiento de la promesa divina.

Este momento ha sido representado con gran belleza en el arte cristiano. Es un símbolo de esperanza y alegría tras una larga espera.

La Natividad de María y su Presentación en el Templo

A su debido tiempo, Ana concibió y dio a luz a una hija, a quien, siguiendo la instrucción del ángel, llamaron María.

Fieles a la promesa hecha a Dios, Joaquín y Ana llevaron a María al Templo de Jerusalén cuando cumplió tres años, consagrándola al servicio del Señor. Allí fue educada en la piedad. Conoció las Escrituras y se preparó para su extraordinaria misión como Madre del Salvador.

Los últimos años de Joaquín y Ana

Según los evangelios apócrifos y algunos relatos místicos, San Joaquín falleció mientras la Virgen María aún vivía en el Templo.

La Beata Ana Catalina Emmerick afirma que Santa Ana vivió muchos años más y llegó a conocer al Niño Jesús. Habría muerto en la juventud del Señor. 

2. La Iglesia de Santa Ana

Una de las iglesias más antiguas y emblemáticas de Jerusalén es la Basílica de Santa Ana, también llamada Basílica de la Natividad de la Virgen. Se ubica en el Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja, muy cerca del Estanque de Betesda —donde Jesús curó al paralítico que llevaba treinta y ocho años enfermo— y de la Puerta de los Leones.

En tiempos del Imperio Romano, la piscina fue cubierta y sobre ella se levantó un templo pagano dedicado al dios Serapis. Más tarde, en el siglo V, se construyó una basílica bizantina, pero fue destruida durante la invasión persa de Jerusalén en el año 614 d.C.

La actual edificación, una verdadera joya del arte románico, fue erigida entre 1131 y 1138 bajo el mandato de la reina Melisenda. Su cripta es especialmente venerada, pues la tradición sostiene que allí nació la Santísima Virgen María.

Tras la conquista de Jerusalén en 1187, Saladino la transformó en una mezquita. Con el paso del tiempo, el lugar fue abandonado y la iglesia quedó en ruinas. En 1856, el sultán otomano Abdülmecid I la entregó como obsequio a Napoleón III. Desde entonces pertenece al gobierno francés.

Desde 1877, la basílica es custodiada y atendida por los Misioneros de África, conocidos popularmente como los Padres Blancos.

3. Oraciones

Oración de Santa Ana para pedir un buen esposo

Esta oración fue escrita por la mística y venerable española María de Jesús de Ágreda. La Santísima Virgen le reveló que esta era la oración que Santa Ana rezaba para pedir por un santo esposo

Altísimo Dios eterno, de quien depende todo el ser y el reparo del linaje humano: postrada en tu real presencia suplico se digne tu Infinita Bondad de mirar las ansias de mi alma y oír mis peticiones.

Ante tus ojos son manifiestos mis deseos de que, en el estado de matrimonio, me des la compañía de un esposo que me ayude a guardar la divina ley y testamento santo, para crecer ambos en perfección y en la observancia de tus preceptos. Santo Dios, Padre Infinitamente Providente, no escondas tu piedad de mí, ni permitas, pues eres Padre, que mi súplica sea desechada.

Y pues me mandas, Señor mío, que con confianza te pida como a poderoso y rico en misericordia, concédeme lo que por ti deseo y pido, pues en pedirte hago tu Santa Voluntad y obediencia. Y si mis culpas detienen tus misericordias, aparta de mí lo que te desagrada e impide.

Poderoso eres, Señor, Dios de Israel, y todo lo que fuere tu Voluntad puedes obrar sin resistencia. Lleguen a tus oídos mis peticiones; que soy pobre y pequeña, tú eres Infinito e inclinado a usar la misericordia con los abatidos. ¿A dónde iré fuera de ti, que eres Señor de los señores y Todopoderoso?

Tú me enseñaste a desear y a esperar de tu liberalidad. Entregado tengo mi corazón y mente a tu Voluntad. Aparta mis ojos de la vanidad.

Si fuera tu beneplácito conceder mi petición, todo lo pondré a tu entero servicio, Padre mío, para ayudar a propagar el Reino de Dios en la tierra. Haz de mí lo que sea de tu agrado y alegra, Señor, mi espíritu con el cumplimiento de esta esperanza. Mira desde tu solio al humilde polvo y levántalo, para que te magnifique y adore y en todo se cumpla tu Voluntad y no la mía. Amén.

Oración a Santa Ana para pedir por los hijos

Gloriosa Santa Ana, Patrona de las familias cristianas, a Ti encomiendo mis hijos. Se que los he recibido de Dios y que a Dios les pertenecen por tanto te ruego me concedas la gracia de aceptar lo que su Divina Providencia disponga para ellos.

Bendíceles oh Misericordiosa Santa Ana, y tómalos bajo tu protección. No te pido para ellos privilegios excepcionales; sólo quiero consagrarte sus almas y sus cuerpos, para que preserves ambos de todo mal. A Ti confío sus necesidades temporales y su salvación eterna.

Imprime a sus corazones, mi buena Santa Ana, horror al pecado; apártales del vicio; presérvales de la corrupción; conserva en su alma la fe, la rectitud y los sentimientos cristianos; y enséñales, como enseñaste a Tu Purísima Hija la Inmaculada Virgen María, a amar a Dios sobre todas las cosas.

Santa Ana, Tu que fuiste Espejo de Paciencia, concédeme la virtud de sufrir con paciencia y amor las dificultades que se me presenten en la educación de mis hijos. Para ellos y para mí, pido Tu bendición, oh Bondadosa Madre Celestial.

Que siempre te honremos, como a Jesús y María; que vivamos conforme a la voluntad de Dios; y que después de esta vida hallemos la bienaventuranza en la otra, reuniéndonos Contigo en la gloria para toda la eternidad.

Así sea.

Oración a Santa Ana y San Joaquín para pedir por los abuelos

Señor Jesús, tu naciste de la Virgen María,
hija de San Joaquín y Santa Ana.
Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! son una fuente de enriquecimiento
para las familias, para la Iglesia
y para toda la sociedad.

¡Sostenlos! Que cuando envejezcan
sigan siendo para sus familias
pilares fuertes de la fe evangélica,
custodios de los nobles ideales, hogareños,
tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas
haz que sean maestros de sabiduría y valentía
que transmitan a generaciones futuras los fruto
de su madura experiencia humana y espiritual.

Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad
a valorar la presencia y el papel de los abuelos.
Que jamás sean ignorados o excluidos,
sino que encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente
y a sentirse acogidos durante todos los años
de vida que les concedas.

María, Madre de todos los vivientes,
cuida constantemente a todos los abuelos,
acompáñalos durante su peregrinación terrena
y con tus oraciones obtén que todas las familias
se reúnan un día en nuestra patria celestial,
dónde esperas a toda la humanidad
para el gran abrazo de la vida sin fin.

Amén.

Oración a Santa Ana y San Joaquín para pedir por la familia

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.

Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.

Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.

Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.

Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.

Amén

4. El ejemplo de Santa Ana y San Joaquín

La vida de San Joaquín y Santa Ana es un testimonio conmovedor de fe, paciencia y confianza inquebrantable en Dios, incluso ante la dura prueba de la esterilidad. Son verdaderos modelos de santidad conyugal. Su amor, piedad y oración, les permitió permanecer firmes en medio de la adversidad.

Como padres de María Santísima y abuelos de Jesús, se convirtieron en instrumentos elegidos por Dios para preparar el camino de la salvación. Por ello, son intercesores poderosos para las familias, los matrimonios y, de manera especial, para los abuelos. Nuestros mayores tienen un papel insustituible en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.

Su historia revela cómo Dios, en su providencia, actúa de maneras misteriosas, transformando la esterilidad en fecundidad espiritual. Los planes de Dios superan toda limitación humana. En ellos vemos reflejado el valor del hogar como santuario de la fe y de la vida, recordándonos que es allí, en la vida cotidiana, donde se siembran las semillas de la santidad.

Hoy, más que nunca, Joaquín y Ana siguen siendo una inspiración viva para los matrimonios que anhelan hijos, para las familias que buscan fortalecer su fe y para los abuelos que acompañan con ternura el crecimiento espiritual de sus nietos.

Su ejemplo nos anima a confiar siempre en Dios, que puede obrar milagros impresionantes e inesperados. Pero es necesario, ser humildes para aceptar su voluntad, obedecerlo y entregarse confiadamente en sus brazos.

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¿Quiénes son Santa Ana y San Joaquín?

Santa Ana y San Joaquín son, según la tradición cristiana, los padres de la Virgen María y los abuelos de Jesús. La Iglesia los honra como ejemplos de fe, oración y amor familiar. Son considerados santos por haber preparado a María Santísima para su misión como Madre del Salvador.

¿Cuándo se celebra a Santa Ana?

La festividad de Santa Ana y San Joaquín se celebra cada 26 de julio en el calendario litúrgico católico. En esta fecha, los fieles recuerdan su vida, su papel como abuelos de Jesús y los honran con oraciones y misas especiales.

¿Qué protege Santa Ana?

Santa Ana es conocida como patrona de los abuelos y de las familias cristianas. Junto a San Joaquín, también protege a los matrimonios, las mujeres embarazadas y quienes desean tener hijos. Además, es invocada como patrona de oficios como carpinteros, mineros y encajeros.

¿Qué se le pide a Santa Ana?

A Santa Ana se le pide especialmente por la familia, los hijos y el matrimonio. Las mujeres solteras le piden un buen esposo y quienes enfrentan problemas de esterilidad imploran su intercesión para concebir. También es invocada para fortalecer la fe y la unión familiar.