La Iglesia que confesamos en el Credo es Una, Santa, Católica y Apostólica. Los maronitas tienen una frase muy hermosa al respecto:
La fe de Pedro es nuestra fe. Nuestra fe es la fe de Pedro. La Iglesia de Pedro es nuestra Iglesia. Nuestra Iglesia es la Iglesia de Pedro.
Como vimos en el artículo Los 6 Ritos Católicos Más Importantes, el Espíritu Santo guía y santifica a la Iglesia, que en su unidad se enriquece con una gran diversidad de tradiciones, liturgias y carismas.
Esta diversidad se refleja en las 24 Iglesias particulares que forman parte de la Iglesia Católica. La Iglesia Latina en Occidente y 23 Iglesias Orientales. En el artículo 7 Claves para Entender el Rito Bizantino te contamos sobre las tradiciones litúrgicas de las Iglesias Greco-Católicas.
Hoy vamos a adentrarnos en la Iglesia Maronita, que también pertenece a la tradición oriental.
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Historia de los Maronitas
La Iglesia Maronita nació en las montañas del Líbano alrededor del monasterio Beit Marún, fundado en el año 452. Su nombre proviene de San Marón, sacerdote ermitaño del siglo IV, conocido por su vida austera y el don de sanación.
Desde sus comienzos, los maronitas defendieron la fe católica. Frente a la herejía monofisista, que desfiguraba la naturaleza de Cristo, los maronitas confesaron que en Cristo hay una Persona divina con dos naturalezas: humana y divina. Y esta confesión de fe les trajo una terrible persecución.
Los maronitas han sufrido ininterrumpidamente persecuciones y martirios. Empezando con los monofisitas, luego con los mamelucos y la dominación otomana. Sin embargo, supieron conservar su identidad y fe.
El contacto con los cruzados y la protección francesa consolidaron su vínculo con Occidente. Por otro lado, la fidelidad a la tradición oriental les permitió mantener su liturgia y espiritualidad propias.
Incluso hoy, tras la guerra civil libanesa y la diáspora global, los maronitas siguen siendo un puente entre Oriente y Occidente. Debido a la emigración de sirio-libaneses, hoy cuentan con comunidades dispersas en América, Europa y Australia.
La Divina Liturgia Maronita
Características Generales
El rito maronita es de origen siro-occidental. Combina influencias de Antioquía, Jerusalén y elementos latinos. Su idioma litúrgico es el arameo siríaco occidental (ṣerto), aunque hoy se celebra mayormente en árabe u otras lenguas vernáculas para favorecer la comprensión pastoral.
Su teología litúrgica se centra en la Segunda Venida de Cristo (Parusía), vinculando la Eucaristía y el Bautismo como preparación para la resurrección y la vida eterna. La liturgia está llena de simbolismos expresivos, como:
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El sueño de las almas: los muertos esperan la resurrección.
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El río de fuego: purificación y paso hacia el cielo.
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La llegada al puerto: símbolo del Reino de Dios y de la llegada a la Vida Eterna.
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El hombre como punto de convergencia: gestos humanos divinizados en los sacramentos.
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La túnica de gloria: gracia salvífica recibida en los sacramentos.
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La Cruz: puente entre muerte y vida.
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La luz: símbolo central en la Misa, presente desde el rito preparatorio.
La Liturgia Maronita es eminentemente oblativa y trinitaria. el centro es la Eucaristía (qurbono), donde Cristo se entrega completamente. Invoca constantemente al Espíritu Santo y a la Madre de Dios.
Es cantada, comunitaria y expresiva, con gestos, procesiones y uso abundante de sacramentales (aceite, agua bendita, incienso, velas, iconos). Se desarrolla por medio del diálogo entre el celebrante y los fieles.
La Liturgia Maronita entiende la celebración como medio para acceder a lo divino, donde cada acto litúrgico refleja la redención, la espera de la Parusía y la manifestación de la gloria de Dios. El objetivo es claro: cada gesto, cada símbolo y cada oración acercan al creyente a Dios, transformando la celebración en un verdadero encuentro con lo divino y una preparación para la Segunda Venida de Cristo.
Estructura
La Divina Liturgia Maronita se divide en tres grandes partes:
I. Preparación de los fieles y las ofrendas
Preparación de las ofrendas:
El pan y el vino ofrecidos por los fieles simbolizan lo mejor de sus bienes, siguiendo la antigua tradición del bourshana (“la más selecta de las ofrendas”). Estas ofrendas se preparan en un altar secundario antes de ser llevadas al altar mayor.
Preparación del sacerdote:
El sacerdote comienza con oración y confesión, pidiendo al Señor poder celebrar la Misa con fe, humildad y devoción. Los fieles también son invitados a rezar por él.
Preparación de los fieles:
Incluye oraciones iniciales, bendición del incienso, himnos a la Virgen María de San Efrén, y lecturas bíblicas. Los fieles escuchan las Escrituras y reciben instrucciones sobre la vida cristiana, fortaleciendo su fe, esperanza y amor. Finalmente, se recita el Credo, renovando la fe en la Iglesia y en Cristo.
II. La Consagración (Anáfora)
La Anáfora es el corazón de la Misa. El término significa “elevar, ofrecer” y se refiere a la repetición de las palabras y hechos de Cristo en la Última Cena. La Iglesia Maronita cuenta con 72 anáforas, y en la Misa reformada se utiliza la Anáfora de los Doce Apóstoles.
Traslado de las ofrendas y Beso de la Paz:
Las ofrendas se llevan solemnemente al altar mayor. Antes de ofrecer el sacrificio, los fieles realizan la ceremonia de la paz, reconciliándose entre sí según las palabras de Cristo (Mt 5,23).
Ceremonia eucarística:
- Acción de gracias a Dios Padre: agradecimiento por enviar a su Hijo.
- Recuerdo de Cristo (Anamnesis): conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
- Invocación del Espíritu Santo (Epíclesis): el sacerdote invoca al Espíritu Santo para santificar el sacrificio y a toda la comunidad.
III. Sagrada Comunión
La Comunión comienza con la fracción de la Hostia y la mezcla con la Sangre consagrada. Se eleva el cáliz para que los fieles renueven su fe en la presencia real de Cristo.
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Se reza el Padre Nuestro, siguiendo la enseñanza de Cristo.
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El sacerdote invita a los fieles a recibir la Eucaristía: Sancta sanctis, para quienes se consideran dignos y con fe.
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La Divina Liturgia concluye con oraciones de acción de gracias, bendición final y anuncios parroquiales.
La Iglesia Maronita ha mostrado a lo largo de los siglos una fidelidad inquebrantable a Roma. Sus fieles han resistido persecuciones, destrucciones y desplazamientos, manteniendo viva la fe que recibieron de Cristo.
Los maronitas son un ejemplo de resistencia y fidelidad, testigos del Evangelio y guardianes de la unidad de la Iglesia. Su historia nos recuerda que la perseverancia en la fe y la obediencia a la Iglesia permiten mantener la verdad y la esperanza, aun en medio de pruebas y adversidades.
¡Roguemos por la perseverancia y fidelidad de estos hermanos nuestros que continúan sufriendo persecusión en su patria!
¿Los maronitas son católicos?
¿Quiénes son los santos maronitas?
La Iglesia Maronita ha dado al mundo numerosos santos, ejemplos vivos de fidelidad a Cristo y a la Iglesia Católica. Entre los más reconocidos se encuentran:
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San Marón
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San Juan Marón
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San Chárbel Makhlouf
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Santa Rebeca (Rafka) Khalil
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San Nemetallah Al-Hardini
¿Qué idioma hablan los maronitas?
La Liturgia Maronita se celebra tradicionalmente en arameo siríaco occidental, un idioma antiguo usado desde los orígenes de la Iglesia en Antioquía.
¿Dónde están los maronitas?
Los maronitas se encuentran principalmente en el Líbano, donde han formado su corazón histórico y espiritual. Allí están presentes en casi todas las regiones, especialmente en las montañas y valles que les sirvieron de refugio durante siglos de persecución.
Además, debido a la diáspora, los maronitas viven en muchos países del mundo, manteniendo su fe y tradiciones:
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América: Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, México.
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Europa: Francia, Alemania, Italia.
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Oceanía: Australia.
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Medio Oriente: Siria, Chipre, Jordania.