¿Qué Diferencias Hay entre Católicos y Ortodoxos?

por | Vida espiritual

En el vasto mapa del cristianismo, las Iglesias Católicas Orientales y las Iglesias Ortodoxas comparten raíces históricas y una rica herencia espiritual. Sin embargo, han recorrido caminos opuestos. 

Las Iglesias Católicas Orientales son aquellas comunidades cristianas de tradición oriental que mantienen plena comunión con el Obispo de Roma, el Papa. Por lo tanto, reconocen su primacía universal. A pesar de esta comunión, conservan sus propias liturgias, espiritualidades y disciplinas eclesiásticas particulares.

Por otro lado, los ortodoxos, también conocidos como Iglesias Ortodoxas Orientales o Bizantinas, forman una comunión de iglesias autocéfalas (autogobernadas) que no reconocen la primacía universal del Papa tal como la entiende Roma. Se consideran la continuación de la Iglesia cristiana primitiva en Oriente.

Aunque a primera vista puedan parecer muy similares —y de hecho comparten buena parte de su historia—, católicos y  ortodoxos no practican ni viven la misma fe. 

En este artículo, te contaremos cuáles son las similitudes y diferencias entre católicos orientales y cristianos ortodoxos. 

Puedes utilizar la aplicación Horarios de Misa para encontrar la iglesia católica más cercana con horarios de Misa, Confesión y Adoración ¡Seguro te servirá! Descárgala ahora.

Raíces comunes entre católicos y ortodoxos

Católicos y ortodoxos comparten un origen común que se remonta a los Doce Apóstoles. Estos llevaron el Evangelio desde el Mediterráneo Oriental a todo el mundo conocido. Muchos patriarcados, tanto católicos como ortodoxos, reivindican una fundación apostólica directa.  

Los concilios ecuménicos

En el plano doctrinal, ambas tradiciones aceptan los fundamentos teológicos y canónicos definidos por los primeros siete Concilios Ecuménicos, celebrados cuando la Iglesia aún permanecía unida.

Estos concilios ecuménicos reunieron a obispos de todo el mundo conocido para definir la fe y resolver disputas doctrinales. Los más importantes para entender la historia común de católicos y ortodoxos son:

  • I Concilio de Nicea (325):

Fue convocado por el emperador Constantino. Definió que Jesucristo es consustancial al Padre (contra el arrianismo). Aprobó el Credo niceno. Reconoció una primacía de honor al Obispo de Roma y a los patriarcados históricos (Roma, Alejandría, Antioquía, Jerusalén).

  • I Concilio de Constantinopla (381)

Amplió el Credo al definir la divinidad del Espíritu Santo. Confirmó el orden de primacía: Roma primero y Constantinopla segundo, “por ser la nueva Roma”.

  • Concilio de Éfeso (431)

Proclamó a la Virgen María como Theotokos (“Madre de Dios”), contra la herejía nestoriana. Reafirmó la unidad de Cristo como una sola persona divina con dos naturalezas, humana y divina.

  • Concilio de Calcedonia (451)

Definió la doctrina de las dos naturalezas de Cristo (divina y humana) “sin confusión ni división”. 

Generó ruptura con algunas Iglesias orientales (copta, armenia, siria), que no aceptaron esta definición y dieron origen a las llamadas Iglesias Ortodoxas Orientales no calcedonianas.

  • II y III Concilio de Constantinopla   (553 y 680-681)

Profundizaron en la correcta comprensión de las dos naturalezas y dos voluntades de Cristo.

  • Concilio de Nicea II (787)

Restableció la veneración de las imágenes (íconos) contra el iconoclasmo. Es el último concilio aceptado en común por católicos y ortodoxos bizantinos. 

Similitudes doctrinales entre católicos y ortodoxos

Como católicos y ortodoxos aceptan los primeros siete Concilios Ecuménicos,  comparten la misma doctrina sobre la naturaleza de Cristo y la Santísima Trinidad.

  • Santísima Trinidad

Ambas tradiciones profesan una firme fe en un solo Dios en tres Personas distintas pero de igual naturaleza: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta creencia es el núcleo de su fe y espiritualidad.

  • Jesucristo

También creen que Jesucristo es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Él, siendo el Hijo de Dios se hizo  Hombre para la salvación de la humanidad.

Asimismo, la resurrección de Cristo al tercer día es el fundamento para la esperanza y la salvación de los fieles.

  • Sacramentos

Católicos y ortodoxos comparten los siete sacramentos: Bautismo, la Crismación o Confirmación, la Eucaristía, la Confesión, la Unción de los Enfermos, el Orden Sagrado y el Matrimonio. En Oriente son llamados «misterios» porque esta denominación enfatiza su naturaleza divina y transformadora.

  • Escritura y Tradición

Además, ambas Iglesias reconocen la Sagrada Escritura como el testimonio escrito de la revelación de Dios.

También, defienden la existencia de la  Tradición que complementa la revelación. Esta abarca las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, las decisiones de los concilios ecuménicos, las prácticas litúrgicas y las vidas de los santos.

El Espíritu Santo actúa tanto a través de la Escritura como de la Tradición.

  • Devoción a la Santísima Virgen y a los santos

Finalmente, comparten una devoción profunda por los santos, en especial por la Virgen María. Es venerada como Theotokos o Madre de Dios, y creen en su intercesión.

Los iconos, o imágenes sagradas, tienen un papel central en la vida espiritual. Son  verdaderas “ventanas a lo divino”.

El Cisma de 1054

La ruptura entre católicos y ortodoxos no fue un accidente repentino, sino el resultado de siglos de tensiones.

Todo comenzó en el año 395, cuando el emperador Teodosio I dividió el Imperio Romano en dos mitades: la occidental, de habla latina y con centro en Roma, y la oriental, de habla griega y con capital en Constantinopla, la “Nueva Roma”.

Ambos mundos desarrollaron culturas y prioridades distintas. Occidente, en contacto con nuevos pueblos, se adaptaba a un ambiente cambiante. Oriente, más estable y rico, cultivaba un estilo lujoso y tradicional. La Iglesia no escapó a estas diferencias.

En Constantinopla, el emperador bizantino ejercía una importante influencia sobre la vida eclesial —una práctica conocida como cesaropapismo—, algo que Roma no aceptaba.

El Gran Cisma de 1054 fue el desenlace de este largo distanciamiento. Los legados papales y el Patriarca de Constantinopla se excomulgaron mutuamente y así se quebró la unidad de la Iglesia.

Entre las principales causas de esta ruptura se encuentran diferencias doctrinales sobre el Espíritu Santo, la primacía de la autoridad papal, la controversia sobre las imágenes, el uso de distintos panes para la consagración y el celibato sacerdotal.

Diferencias Doctrinales entre Católicos y Ortodoxos

Las diferencias principales entre católicos y ortodoxos no se encuentran en las creencias fundamentales sobre Dios o Jesucristo. Más bien, surgen a partir de definiciones doctrinales y morales posteriores a los siete primeros concilios, así como en cuestiones relacionadas con el gobierno de la Iglesia y ciertas prácticas litúrgicas, que desencadenaron el cisma.

Temas como el Filioque o la autoridad del Papa, que veremos a continuación, reflejan distintas maneras de entender la relación dentro de la Trinidad o el gobierno eclesiástico, y no afectan las creencias esenciales sobre la Santísima Trinidad o la persona de Jesucristo.

El Primado Papal

La Iglesia Católica sostiene que el Papa, como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, posee una primacía universal de jurisdicción sobre toda la Iglesia. Esto incluye la autoridad suprema en materia de fe, moral y gobierno. Las Iglesias Católicas Orientales reconocen y están en plena comunión con esta autoridad.

Por el contrario, las Iglesias Ortodoxas no reconocen la jurisdicción universal del Papa. Ven al Obispo de Roma como poseedor de una «primacía de honor» (primus inter pares – «primero entre iguales») entre los patriarcas. Pero no lo aceptan como una autoridad suprema y universal sobre otros patriarcados.

Para los ortodoxos, la autoridad se distribuye entre las diversas iglesias autocéfalas y sus patriarcas. Las decisiones son tomadas colegialmente a través de concilios. 

La Cláusula Filioque

Los católicos creemos que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. El rito latino de la Iglesia Católica incluye el «Filioque» (que significa «y del Hijo») en el Credo Niceno-Constantinopolitano.

Los ortodoxos rechazan la adición del «Filioque» al Credo. Mantienen la redacción original de que el Espíritu Santo procede solo del Padre. La Iglesia Católica aclara que esto significa de «un solo principio».

Argumentan que el Padre es la única fuente de divinidad dentro de la Trinidad. Por lo tanto, la adición implicaría dos orígenes para el Espíritu Santo (uno es el Padre y el otro es el Hijo). Para la Iglesia Ortodoxa es un error teológico y una alteración no autorizada de un credo ecuménico. 

El Purgatorio

La Iglesia Católica enseña la existencia del Purgatorio como un estado temporal de purificación después de la muerte para las almas que mueren en la gracia de Dios pero aún no están perfectamente purificadas. Por lo tanto no pueden estar ante la presencia de Dios en el Cielo.

Estas almas sufren para expiar el castigo temporal debido a los pecados perdonados y para limpiar los pecados veniales. Las oraciones por los difuntos, las Misas ofrecidas en su favor y las indulgencias ayudan a estas almas.

Los ortodoxos no tienen una doctrina formal del Purgatorio como un «lugar» distinto de fuego purificador. Creen que las almas después de la muerte esperan el Juicio Final. Mientras tanto, pueden pasar por un proceso de purificación a través de las oraciones y las buenas obras de la Iglesia viva.

Rechazan el concepto de un fuego purificador y las indulgencias tal como se entienden en Occidente.

Pecado Original vs. Pecado Ancestral

La Iglesia Católica enseña que el pecado original es la privación de la santidad y la justicia originales, heredada por toda la humanidad como consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva. Se entiende como un pecado «contraído», no una falta «cometida», que hiere la naturaleza humana y la inclina al pecado (concupiscencia). El bautismo borra el pecado original.

Las Iglesias Ortodoxas prefieren el término «pecado ancestral». Creen que la humanidad hereda las consecuencias del pecado de Adán y Eva, principalmente la muerte, la corrupción y una condición o enfermedad caída de la naturaleza humana, pero no su culpa personal. Cada persona es responsable de sus propios pecados. La salvación se ve como un proceso de deificación (theosis), una unión progresiva con Dios, que requiere la cooperación humana (sinergia) con la gracia divina.

La Inmaculada Concepción 

La Inmaculada Concepción es un dogma de la Iglesia Católica, proclamado en 1854, que establece que la Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado original desde el momento de su concepción, por una gracia singular de Dios en vista de los méritos de Cristo. 

Los ortodoxos veneran a la Santísima Virgen como la Theotokos (Madre de Dios) y creen en su pureza y santidad excepcionales. Sin embargo, no aceptan el dogma de la Inmaculada Concepción tal como lo define Roma. Algunos lo consideran una «novedad romana». Aunque creen que María fue purificada durante su vida, no suelen afirmar su concepción sin pecado original.

Variaciones Litúrgicas y Sacramentales

Eucaristía

Para la consagración, la Iglesia Católica utiliza pan ázimo, es decir, sin levadura. Por el contrario, los ortodoxos prefieren el pan fermentado.

Los católicos creemos en la transubstanciación, es decir, el milagro por el cual el pan se convierte en el Cuerpo y el vino en la Sangre del Señor. Hay un cambio en la substancia, pero se conservan los accidentes, es decir, la apariencia exterior. La Iglesia Ortodoxa acepta la presencia real de Cristo en la Eucaristía, pero no usa el término «transubstanciación» para explicar este cambio. Considera que la forma en que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo es un misterio que no se puede explicar completamente. 

La Iglesia Católica administra la Primera Comunión cuando han alcanzado la edad de la razón. Por el contrario, los ortodoxos dan la Sagrada Comunión a los infantes inmediatamente después del Bautismo y la Crismación

Finalmente, en la consagración, los ortodoxos y católicos orientales ponen el foco en la epíclesis, es decir, en la invocación al Espíritu Santo para pedirle la transformación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por su parte, los católicos enfatizan en las palabras de la consagración

Bautismo y Crismación/Confirmación

El Bautismo católico se realiza por aspersión o vertido de agua en la cabeza. La Confirmación suele ser administrada por un obispo a niños con uso de la razón o adolescentes. 

Los ortodoxos bautizan por medio de una inmersión triple de todo el cuerpo. La Crismación (Confirmación) es administrada inmediatamente después del bautismo por un sacerdote. Usa el crisma consagrado por un obispo. 

Celibato Sacerdotal

La Iglesia Católica Latina exige el celibato para todos los aspirantes al sacerdocio. Mientras que, los católicos orientales y ortodoxos permiten que hombres casados sean ordenados sacerdotes y diáconos. Pero deben haberse casado antes de la ordenación. Sin embargo, los obispos deben ser célibes y suelen ser elegidos de entre las filas monásticas.

Veneración de Iconos y Estatuas

La Iglesia Católica utiliza tanto imágenes bidimensionales (iconos, pinturas) como estatuas tridimensionales para inspirar la piedad y venerar a los santos. Los Ortodoxos y católicos orientales prefieren los íconos a las imágenes. 

Calendario Litúrgico

Los católicos seguimos el calendario gregoriano, adoptado en 1582. Por su parte, la mayoría de las Iglesias Ortodoxas continúan siguiendo el calendario juliano, que actualmente tiene un desfase de 13 días con respecto al calendario gregoriano.

Esto resulta en diferentes fechas para las fiestas fijas como la Navidad (7 de enero para el calendario juliano) y la Pascua (que se calcula de manera diferente, lo que a menudo lleva a fechas distintas). Algunas Iglesias Católicas Orientales también utilizan el calendario juliano.

Forma de gobierno

La forma de gobierno de la Iglesia Católica prioriza una unidad centralizada y jerárquica bajo el primado universal del Papa.

Mientras que el modelo ortodoxo enfatiza una unidad conciliar y descentralizada basada en la fe y los sacramentos compartidos entre iglesias independientes. La mayoría de estas iglesias también tienen un fundamento étnico. Así, podemos encontrar ortodoxos griegos, rusos, serbios, entre otros. 

La Iglesia Ortodoxa es una comunión de iglesias distintas, independientes y autocéfalas (autogobernadas). Cada iglesia autocéfala se gobierna a sí misma a través de su propio sínodo y primado (patriarca, arzobispo o metropolitano).

El Patriarca de Constantinopla (Patriarca Ecuménico) es reconocido como el «primero entre iguales» (primus inter pares) entre los primados ortodoxos, ostentando una primacía de honor. Pero no tiene autoridad directa sobre otras iglesias autocéfalas.

Algunas iglesias son «autónomas», lo que significa que tienen un grado de autogobierno. No obstante, la confirmación o consagración de su primado depende de una iglesia madre autocéfala.

A pesar de su independencia administrativa, estas iglesias mantienen la unidad doctrinal y sacramental. Cada Iglesia Ortodoxa reconoce la validez de las demás.  

Diálogo ecuménico entre católicos y ortodoxos

El camino del diálogo entre católicos y ortodoxos ha estado marcado por intentos de unión y resistencias profundas. El Concilio de Florencia (1438-1445) logró acuerdos sobre temas como el Filioque y el primado papal, pero fue rechazado en Constantinopla, en gran parte por la oposición de Marcos de Éfeso y por la dificultad de conciliar las visiones occidental y oriental.

Experiencias posteriores, como la Unión de Brest (1596), que dio origen a Iglesias católicas orientales como la greco-católica ucraniana, mostraron que la reconciliación exige más que consenso teológico. También requiere sanar heridas históricas y reconocer sensibilidades culturales.

En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II (1962-1965) abrió una nueva etapa, interpretando la Iglesia como un “misterio de comunión” y sentando bases para un diálogo más fraterno. Un avance notable fue el Documento de Rávena (2007), donde católicos y ortodoxos reconocieron el “primer lugar” de Roma en el primer milenio y al Obispo de Roma como protos entre los patriarcas, aunque sin acuerdo sobre la extensión de su autoridad.

Gestos históricos como el encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras I en 1964 —que culminó con el levantamiento mutuo de las excomuniones del 1054— inauguraron una etapa de mayor acercamiento y entendimiento fraterno.

Hoy, ambas Iglesias reconocen la validez de los sacramentos de la otra, lo que refleja una unidad espiritual real, aunque no plena.

Unidad de los cristianos

A pesar de que el Gran Cisma de 1054 fracturó la comunión entre el cristianismo de Oriente y Occidente, un eco de la oración de Jesús resuena con fuerza en los diálogos ecuménicos de nuestro tiempo. En el Evangelio de San Juan, Jesús oró al Padre diciendo:

Que todos sean uno, como tú y yo somos uno (17:21).

Esta súplica no solo es un recordatorio de la unidad que existió en la Iglesia primitiva, sino también un llamado urgente a la unidad futura.

La Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas, como hemos visto, no son idénticas, pero tampoco son extrañas la una a la otra. Comparten un tesoro espiritual y doctrinal incalculable: una fe común, la validez de los sacramentos y la sucesión apostólica.

Las diferencias en el primado papal, la cláusula Filioque o las prácticas litúrgicas, aunque significativas, son puntos de un diálogo fraternal, no muros infranqueables.

Los avances en el entendimiento mutuo,  demuestran que la división puede ser superada. La meta de la unidad no es la uniformidad, sino una comunión plena donde cada tradición pueda florecer con su riqueza particular.

La oración de Jesús por la unidad nos invita a mirar más allá de las diferencias históricas y culturales para redescubrir lo que nos une: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.

En este camino, cada paso hacia el entendimiento y el perdón nos acerca a ese anhelo de Cristo, ofreciendo al mundo un testimonio más poderoso de su amor. La unidad de los cristianos no es solo una aspiración, sino el cumplimiento de un mandato divino, una señal viva de que Dios está presente en medio de nosotros.

¿Qué son los ortodoxos?

Los ortodoxos son los miembros de las Iglesias Ortodoxas Orientales, una comunión de iglesias autocéfalas (autogobernadas) que se consideran a sí mismas la continuación de la Iglesia cristiana primitiva. Su fe se basa en las enseñanzas de los primeros siete concilios ecuménicos. No reconocen la autoridad del Papa de la Iglesia Católica. 

¿Quién fundó a los ortodoxos?

La Iglesia Ortodoxa no fue fundada por una sola persona en un momento específico, sino que se considera la continuación de la Iglesia primitiva establecida por los apóstoles en Oriente.

¿Por qué los ortodoxos se separaron de la Iglesia Católica?

La separación entre ortodoxos y católicos se debe principalmente a diferencias en la autoridad del Papa, la adición de la cláusula Filioque al Credo y algunas prácticas litúrgicas. 

¿Cómo eligen los ortodoxos a sus patriarcas?

La elección de los patriarcas en la Iglesia Ortodoxa se realiza a través de un sínodo o concilio de obispos de la iglesia correspondiente. Cada iglesia ortodoxa, al ser autocéfala (autogobernada), tiene su propio proceso para seleccionar a su líder, conocido como patriarca, metropolitano o arzobispo. A menudo, el proceso implica la votación de los obispos, a veces con la participación de laicos y clérigos, para elegir a un candidato que luego es entronizado. 

 

¿Cuándo celebran Navidad y Pascua los ortodoxos?

Los ortodoxos usan el antiguo calendario juliano, por lo que celebran la Navidad el 7 de enero. La Pascua se celebra el primer domingo después de la primera luna llena que ocurre tras el equinoccio de primavera. La celebración debe ser posterior a la Pascua judía (Pésaj). 

¿Puede un católico asistir a una Misa ortodoxa?

Sí, un católico puede asistir a una liturgia ortodoxa. La Iglesia Católica reconoce la validez de los sacramentos celebrados en las Iglesias Ortodoxas, lo que significa que el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía ortodoxos son considerados válidos. Sin embargo, los católicos no deben recibir la Sagrada Comunión en una iglesia ortodoxa, ya que no existe una comunión plena entre ambas Iglesias. Los ortodoxos, por su parte, tampoco permiten que los católicos comulguen en sus celebraciones litúrgicas.